MICHAEL MORGNER


Michael Morgner, nacido en Chemnitz en 1942 y uno de los fundadores del legendario grupo de artistas "Clara Mosch", crítico con el sistema, fue presentado al público internacional en numerosas exposiciones organizadas en museos.
La fuerza tanto gráfica como simbólica de su obra le dio a conocer muy pronto más allá de las fronteras de la República Democrática Alemana. El tema de sus cuadros es, una y otra vez, el conflicto entre arte, individuo y sociedad. Nos hablan de la lucha del individuo por alcanzar la libertad contra obstáculos aparentemente insalvables y nos ponen a la vista el sufrimiento del individuo ante el fracaso, pero también nos muestran al ser humano en el momento de la victoria, cuando deja tras de sí sus cadenas.

Su obra, de gran expresividad, está caracterizada sin embargo por la búsqueda de la sencillez y por una progresiva reducción del lenguaje figurativo y sígnico. Morgner obtiene energías simbólicas y compositivas de formas tan puras como la cruz, la barra y el triángulo. La simbología cristiana es su alfabeto, su repertorio artístico de signos, con el que vehicula gráficamente los mensajes existenciales de la angustia, la muerte y la esperanza. A ello se añade una cercanía a la muerte experimentada personalmente y manifestada en varios grupos de obras. Sus ciclos de cuadros giran en torno a las figuras simbólicas de la "angustia" y del "fracasado" y a las variaciones del "Ecce Homo". El "Gran Fracasado", que entra en su obra a partir de 1980, se puede ser considerar como un alter ego del pintor, que opone a la pasividad la energía psíquica. En los ciclos "Réquiem alemán” y “Réquiem judío” el artista se enfrenta a la persecución y la aniquilación de las personas de distinta ideología o credo durante las dictaduras alemanas.

Morgner prefiere trabajar sobre papel. Con frecuencia pone varios pliegos, unos junto a otros, sobre lienzos relativamente grandes. Las operaciones artesanales más importantes son estampaciones, lavados y splittings. Desde los años 90 ataca la superficie de la obra cada vez con más energía. A lo largo de varias fases de trabajo destruye la “piel” del cuadro, desgarrando jirones de papel. El
procedimiento técnico empleado recuerda a la evolución que siguen las heridas y las cicatrices. Además de tinta china Morgner utiliza pinturas asfálticas, y como disolventes agua y terpentina. A menudo cubre hojas con metáforas figurativas desarrolladas de forma serial.

En 1995 surgen los primeros bocetos escultóricos, que tienen la “angustia” por tema. En 1996 el artista trabaja en su primera escultura de acero de gran formato: "Hombre reliquia". El acero es para Morgner el material que más se adecua a su voluntad expresiva: la dureza “tecnoide” guarda correspondencia con la monocromía elemental. Los cambios “naturales” causados por los distintos agentes atmosféricos son metáforas, inmanentes al propio material, del carácter relativo y pasajero de todas las cosas.

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